19 Septiembre Alonso de Orozco , Santo, 1500-1591, Patrono del Vicariato de la Orden de san Agustin en Argentina
Cuando en el año 2004 la Biblioteca fue inaugurada, el nombre que tomo en su denominación es Biblioteca y centro de Investigación San Alonso de Orozco de la Orden de San Agustin, , de allí que su sigla sea BibCISAO – OSA, que públicamente conocemos como Biblioteca Agustiniana de Buenos Aires.
El Vicariato de Argentina de la Orden de san Agustin, lleva
el nombre del insigne santo y predicador agustino del siglo s. XVI que hoy
celebramos
Como bien conocen, la presencia
de los Agustinos en el actual territorio argentino se remonta a comienzos del
s. XVII, luego de las guerras de Emancipación de la Corona española, La Ley de
Reforma de los Regulares, sancionada el 5 de Julio de 1823, y que tenía por
objeto sujetar a la jurisdicción del Ordinario a todas las Órdenes Religiosas y
convertir sus bienes en propiedad de la Nación, dio origen a un vertiginoso proceso
de secularizaciones. Entre 1823 y 1825 los rescriptos de secularización
concedidos a miembros de la Orden en Chile y Argentina fueron 83. En el
convento de Santa Mónica de Mendoza tan sólo quedaron dos religiosos, el último
de los cuales, Fr. José Manuel Roco, falleció en 1835. En el convento de San
José de San Juan, el último religioso fallecido fue Fr. Juan Antonio Gil de
Oliva, el 4 de Enero de 1876, dando fin a la presencia de la Orden en
Argentina. Los bienes fueron entregados por el Gobierno al Obispado de Cuyo.
El retorno de la Orden a la
Argentina se dio en el año 1900, y el lugar elegido fue Buenos Aires. El 2 de
Abril Mons. Luis Duprat, Arcediano de la Catedral y Vicario Capitular de la
Arquidiócesis, autorizó el establecimiento de cuatro religiosos. El Definitorio
de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas otorgó las autorizaciones
con fecha 13 de Octubre de 1900, erigiéndose la primera residencia –Santo Tomás
de Villanueva- en Abril de 1901. En 1969 el Papa Pablo VI erige la Prelatura de
Cafayate, en el noroeste del país, siendo encomendada a los agustinos de la
Provincia de España, con territorios en Salta (Cafayate, San Carlos y Molinos),
Tucumán (Amaicha del Valle) y Catamarca (Santa María, San José y Antofagasta de
la Sierra). Desde 1995 los hermanos del noroeste configuraron un Vicariato
Regional, por lo que los agustinos de Argentina y Uruguay pertenecían a dos circunscripciones
distintas: el Vicariato de Cafayate y la Viceprovincia de Argentina Uruguay.
Si el inicio del siglo XX conoció
la restauración de la Orden en la Argentina y Uruguay, el nuevo milenio trajo
la unificación de la Viceprovincia y Prelatura de Cafayate. Por decreto del P.
General de 30 de marzo de 2002, se unifican ambos. El Capítulo General de la
Orden de 2001, así lo ordenaba, naciendo el actual Vicariato San Alonso de
Orozco de Argentina y Uruguay, que lleva el nombre del santo manchego.
Alonso de Orozco, san. El santo de san Felipe. Oropesa (Toledo), 17.X.1500 –
Madrid, 19.IX.1591. Agustino (OSA), escritor espiritual, predicador real y
fundador de conventos.
Hijo de Hernando de Orozco, alcaide del castillo de Oropesa, y de María de
Mena. Hermano pequeño de una familia compuesta por dos varones y dos mujeres.
Antes de su nacimiento murieron otros dos hermanos. Conmovida por estas
muertes, la madre ofreció a san Ildefonso el hijo que esperaba, para que, si
era varón, fuera capellán de la Virgen como san Ildefonso. En su honor le puso
por nombre Alonso, equivalente a Ildefonso. Se conocen estos y otros muchos
datos gracias a su escrito autobiográfico titulado Confesiones de este
pecador, Fr. Alonso de Orozco, redactado cuando era octogenario, con
prohibición de publicarlo antes de su muerte.
Tenía en torno a ocho años cuando la familia se trasladó a Talavera, “por
salir de tierra de señor”. Por deseo paterno, comenzó a ejercer de monaguillo
en la iglesia colegiata de Santa María la Mayor. Con once años fue enviado a
Toledo “para servir en el coro de la Iglesia mayor” como niño cantor, en el
grupo de los “seises”. Este tiempo de formación dejó en Alonso un profundo amor
a la música y alguna habilidad para tocar el clavicordio. A los catorce años
sus padres le enviaron a estudiar a Salamanca, donde ya lo hacía su hermano
Francisco. Cursó en Salamanca “artes y derechos”.
Por el impacto de la predicación del agustino Tomás de Villanueva y el
elevado fervor religioso de la juventud salmantina, Alonso vivió en los años de
estudiante una profunda experiencia espiritual. Al comunicarle su hermano
Francisco el propósito de abrazar la vida religiosa agustiniana, Alonso quiso acompañarle.
Juntos entraron en 1522 en el noviciado del convento de san Agustín, conocido
por su observancia como “de los santos”. Se trata del convento probablemente
más significativo de la historia de la Orden de san Agustín por la calidad
humana, intelectual y espiritual de sus moradores. Tres santos canonizados, san
Juan de Sahagún, santo Tomás de Villanueva y san Alonso de Orozco, fueron
conventuales, así como otros muchos que murieron con fama de santidad. Lo
fueron también catedráticos de universidad, literatos del prestigio de fray
Luis de León, o Diego González, y más de cien religiosos que misionaron en
América. Según Tomás de Herrera en su Historia del convento de san
Agustín de Salamanca (1652), fueron hijos de esta casa al menos
treinta obispos, siete arzobispos, dieciséis predicadores y confesores reales y
setenta y uno vicarios generales.
El convento agustiniano de san Agustín formaba parte de la reformada
provincia de Castilla. Era un señalado exponente de la situación espiritual
vivida por las órdenes religiosas a raíz de la reforma iniciada por el cardenal
Cisneros, en tiempo de Isabel la Católica.
Una renovación que afectaba no sólo a las órdenes religiosas, sino a toda
la vida de la Iglesia. Resultado de este esfuerzo transformador fue una jerarquía
renovada, que acabó con las corruptelas más recurrentes de los períodos
anteriores y que anticipó en España los beneficios del reformismo católico,
presente a partir del concilio de Trento. España vivió un auténtico siglo de
oro en el orden cultural y religioso, aunque fuera al precio de un notable
aislamiento político e ideológico frente a las corrientes de los restantes
países europeos. A partir de los Reyes Católicos, la unidad religiosa
constituyó una base irrenunciable de la unidad política de España, siendo
defendida de cualquier contaminación o amenaza por medio del tribunal de la
Inquisición.
En 1517, cinco años antes de la entrada de Orozco en la vida religiosa,
comenzó en España el reinado de Carlos V y nacía en Alemania el movimiento protestante,
de la mano del agustino Martín Lutero, perteneciente a un grupo reformado de la
Orden, la Congregación de observancia de Alemania. Rigorismo ascético, estudio
de la Biblia y uso de la lengua vulgar fueron elementos comunes en la
experiencia de Lutero y Orozco, que llevaron al monje alemán a la rebelión,
mientras que florecieron en Orozco y en España en espléndidos frutos de
santidad.
Alonso se formó como religioso y realizó los estudios eclesiásticos en el
convento de san Agustín, con profesores de la Orden, recibiendo una excelente
formación bíblica y asimilando el profundo espíritu religioso de la comunidad.
Como afirmó el padre J. Márquez, biógrafo del santo, su vida fue “parca en el
sustento, reformada en el vestido, corta en el sueño y larga en asperezas y
rigores. Siempre duró en este tesón.
Toda su vida fue un perpetuo noviciado”.
Su hermano Francisco enfermó y murió durante el noviciado, produciéndole un
profundo pesar. También se sabe por sus Confesiones que sufrió
ese año tentaciones de abandono, por la dureza de la vida abrazada y el deseo
de amor humano, superadas a medida en que interiorizó su vocación a la vida
religiosa, bajo la suave guía de su santo maestro de novicios, el venerable
Luis de Montoya.
Compañeros de formación y estudios en el convento de san Agustín fueron
varios misioneros de las primeras barcadas de agustinos que fueron a América,
algunos de ellos enviados por santo Tomás de Villanueva siendo provincial.
Destacan las figuras de los obispos Agustín de Coruña y Luis López de Solís, o
el apóstol de Michoacán Juan Bautista Moya, por citar sólo aquellos cuyas
causas de beatificación han sido introducidas ante la Congregación para las
Causas de los Santos por su labor ejemplar en la evangelización de América. La
selección de misioneros era, en efecto, muy cuidada, procurando enviar
únicamente, como ordenó el entonces general de la Orden Girolamo Seripando,
“religiosos íntegros, eruditos y sensatos, que deseen ir libremente a las
Indias, sin coacción, para predicar a aquellos pueblos la Palabra de Dios, es
decir, el Evangelio de Jesucristo y la mejora moral de las costumbres”.
Con la ordenación sacerdotal, en 1527, concluyó el período de formación de
Orozco, pasando a ocupar un lugar central el resto de su vida la celebración
diaria de la eucaristía, junto con la recepción previa del sacramento de la
reconciliación. Sólo en esos momentos del día se vio libre de los escrúpulos
que le atormentaron durante treinta años. Una dura experiencia que le sirvió
para madurar en la comprensión de los penitentes afectados por este mal.
A partir de la ordenación, su vida conocerá dos etapas claramente
diferenciadas. La primera fue estrictamente conventual, debiendo ejercer pronto
el servicio de la autoridad en varias comunidades de la Orden e iniciando su
actividad como escritor. La segunda arranca de su designación por Carlos V como
predicador real, el 13 de marzo de 1554. Esta segunda fase estuvo centrada en
la predicación y el ministerio pastoral, principalmente al servicio de la
Corte, compaginándolo con la publicación de libros espirituales y la atención a
los pobres. No hubo una separación radical entre ambos períodos, pues, tras su
designación como predicador real, recibió aún varios nombramientos en la Orden.
Sin embargo, quedará paulatinamente libre de asumir responsabilidades internas,
como la que quiso encomendarle el padre general de visitador de la provincia de
México, por incompatibilidad con su cargo.
En sus primeros destinos como sacerdote realizó en diversos conventos las
actividades pastorales propias de la Orden, sobre todo la administración de
sacramentos, la predicación y el estudio. Durante esta primera etapa, Orozco
fue miembro de las comunidades de Haro (1527), Arenas de San Pedro (Ávila),
Medina del Campo (c. 1534, donde padeció una grave enfermedad),
prior de Soria (1537) y prior de Medina del Campo (1540). En septiembre de 1541
participó en una Junta, convocada por el prior general, Girolamo Seripando, que
decidió la unión de las provincias de Castilla y Andalucía en la Provincia de
España de la Observancia. Elegido prior de Sevilla y definidor provincial de la
provincia (1541), entonces o en el capítulo sucesivo fue nombrado visitador de
Andalucía, una de las tres zonas en que fue organizada la provincia, que
contaba con once conventos masculinos en la península y uno en Canarias, más
otros cinco de monjas contemplativas. Posteriormente fue nombrado prior de
Granada (1545) y de nuevo visitador de Andalucía. Al concluir este período
solicitó ir como misionero a América. Le fue concedido en 1548, zarpando al año
siguiente. Le movía el deseo de entregar la propia vida por la evangelización,
asumiendo incluso el martirio. Pero no pudo cumplir su deseo, pues una
recurrente y paralizante enfermedad artrítica, ya experimentada
precedentemente, le impidió pasar de Canarias. A su regreso, residió en
Montilla y Valladolid, donde fue prior del convento de san Agustín. Fue
entonces confesor de la princesa regente doña Juana, infanta de Castilla y
princesa de Portugal. Es probable que ella interviniera en el nombramiento de
Orozco como predicador real. Aún será reelegido como prior de Valladolid (1554)
y presidirá, en su condición de consejero provincial, el capítulo provincial
celebrado en Dueñas (1557), en que el joven y fogoso fray Luis de León tuvo una
encendida oración introductoria, denunciando falta de disciplina en la
provincia, que el propio Orozco desmentirá, por exagerada, en su relación al
prior general.
En el ejercicio de la predicación, Orozco se distinguió por la utilización
de la Biblia, bien conocida por su formación salmantina, y por un estilo
sencillo, afectivo e intimista, para llegar mejor al corazón de los oyentes. No
hay que olvidar que para una población mayoritariamente analfabeta el púlpito
era la única tribuna de formación religiosa. A. Cañizares considera a Orozco
como “uno de los artífices de la renovación del ministerio eclesial de la
predicación, acaecida en la primera mitad del siglo xvi” (A. Cañizares, 1986:
47).
Varias obras de Orozco se encaminan a enseñar cómo realizar el ministerio
de la predicación. El predicador debe enseñar, deleitar y mover. En su
predicación y en sus escritos subraya elementos negados o minusvalorados por el
protestantismo, a pesar de tener en común con este movimiento el uso de la
lengua vernácula y, sobre todo, la valoración de la Biblia, convertida en base
de la predicación y utilizada profusamente en los escritos. Le alejaban del
protestantismo los presupuestos teológicos más fundamentales, la valoración de
los sacramentos, la necesidad de cooperar con Dios en la obra de la salvación,
la consiguiente importancia de la ascesis, la devoción cálida y filial a María,
muy presente en su espiritualidad y escritos, o la afirmación de la autoridad
del Papa en la Iglesia. Se mostró siempre muy riguroso frente a la división
introducida por el protestantismo, valorando muy negativamente no sólo ésta y
otras herejías, sino también las religiones no cristianas, como el islam y el
judaísmo.
A partir de su estancia en Sevilla inició una fecunda trayectoria como
escritor espiritual, abriendo su biografía a una nueva perspectiva que cultivó
hasta su muerte. En sus Confesiones afirma que comenzó a
escribir por orden reiterada de la Virgen en sueños.
Toda su producción literaria es de carácter espiritual y está al servicio
de la evangelización y dirección espiritual, constituyendo una importante
dimensión de su actividad pastoral. Sus escritos están llenos de unción y
tienen un lenguaje clásico de gran eficacia, belleza y gracejo. Gracias a su
estilo afectivo consigue llegar al lector y mover el corazón a sentimientos de
agradecimiento y amor a Dios. Es considerado como uno de los escritores más
destacados de la literatura espiritual del siglo xvi español. Dentro de la
Orden, D. Gutiérrez le valora como el autor “más fecundo, el más uniforme y
—con santo Tomás de Villanueva y Tomé de Jesús— el más devoto de todos nuestros
autores espirituales” (D. Gutiérrez, 1959: 173). Su doctrina espiritual se
basa, según G. Tejerina, en cuatro pilares: la Biblia, como más importante y
central; la cultura y filosofía clásica; la tradición teológica de Padres y
teólogos; y el magisterio oficial de la Iglesia.
Escribió en latín y en español, siendo Orozco uno de los precursores del
uso de la lengua romance para la exposición de materias espirituales, a pesar
de la desconfianza que generaba esta práctica al ser reivindicada por los
protestantes. Justificaba su empleo en la exigencia de llegar mejor al pueblo y
en el derecho a escribir en la propia lengua. Así lo motivó en el tratado
de Las siete palabras que la Virgen sacratísima nuestra Señora
habló: “Cada nación usó mucho escribir su propia lengua; solamente los
españoles, amigos de trajes peregrinos y costumbres extranjeras, tenemos en
poco lo que se escribe en nuestra lengua, siendo la que más estimada debe ser
en elegancia y perfección, después de la latina. De mí digo que alabo al Señor
cuando leo libros en romance de buena y provechosa doctrina. Mayormente que mi
fin no es hablar en este libro con predicadores y personas sabias, de quien yo
tengo de oír y aprender. A los pequeños deseo consolar y aprovechar”. Orozco
fue un autor espiritual tan prolífico como leído en su época.
Algunas obras alcanzaron varias ediciones ya en vida, e incluso fueron
traducidas a otras lenguas. Antes y después de su muerte se publicaron varias
recopilaciones de sus obras completas.
En su condición de predicador real acompañó a la Corte en su breve estancia
toledana, siguiéndola en su asentamiento definitivo en Madrid, en 1561.
Hasta 1589 residió en una humilde celda del céntrico convento de san Felipe
el Real, sito en plena puerta del Sol, esquina a la calle Mayor, y cercano al
Palacio Real. El convento de san Felipe era popular en Madrid por sus gradas de
acceso, conocidas como “el mentidero de la villa”, “de donde salían las nuevas
primero que los sucesos”, como reza una inscripción conmemorativa.
Como predicador real, Orozco percibía un salario de la Corte, que con
permiso de los superiores distribuía por tercios entre los pobres, un convento
de agustinas de Talavera por él fundado y su propio convento de san Felipe. El
cargo le confería también algunas exenciones a la disciplina del convento, a
las que renunció públicamente, prefiriendo seguir la norma común. Por eso era
asiduo en el coro y se atenía al rigor de la vida conventual, abundando
personalmente en la ascesis, que era una característica de su espiritualidad.
La fama de santidad hizo que “el bendito padre Orozco”, como era conocido en
Palacio, fuera llamado muy frecuentemente, sobre todo cuando estaba enfermo
algún miembro de la familia real. El propio Felipe II dio muestras de querer
tenerle cerca, convocándole asiduamente y pidiendo sus oraciones en momentos de
enfermedades familiares o problemas políticos relevantes. Varias veces solicitó
Orozco retirarse a un convento apartado, sin que el Rey lo consintiera.
En sus visitas a los enfermos de Palacio, al igual que en la asistencia a
otros enfermos, leía un fragmento del evangelio, oraba por ellos y les imponía
el libro sagrado en la zona dolorida o enferma. También a los enfermos pobres
asistía con ayudas materiales.
El proceso de canonización ha dejado muchos testimonios de sus modos de
obrar con pobres y enfermos, así como de su predicación en iglesias y
monasterios pobres, o visitas a la cárcel, pues acudía siempre acompañado por
otro religioso. Estos acompañantes consignaron además en el proceso anécdotas
sabrosísimas, llenas de espiritualidad, buen sentido y hasta humor, que
permiten conocer el lado humano y su inteligencia natural y nada afectada.
Donde más se prodigaba pastoralmente era en la atención a los pobres, muy
abundantes en la pequeña villa de Madrid, que atraía a tantos menesterosos en
busca del amparo de la Corte. A los que eran vergonzantes atendía de modo
secreto. Para lograr más fondos acudía a personas ricas y a anticipos de su
salario como predicador, llegando a importunar varias veces al propio rey
Felipe II para remediar necesidades concretas de gente especialmente
necesitada, o para redimir deudas de padres de familia que les habían conducido
a la cárcel. Orozco fue un auténtico padre de los pobres y esa dedicación,
junto a su espíritu de oración y la fama de taumaturgo que gozó ante el pueblo
hizo que fuera apodado como “el santo de san Felipe”.
Otra faceta de su personalidad fue la promoción de la vida religiosa, no
sólo escribiendo libros para alimento espiritual de los consagrados, sino
también fundando cinco conventos agustinos: uno de varones en Talavera de la
Reina (1566) y otro en Madrid, el colegio de doña María de Aragón (1590; actual
sede del senado), más tres de mujeres, el de san Ildefonso de Talavera (1575),
y los de santa María Magdalena (1569) y santa Isabel (1588), en Madrid.
El último año de su vida lo pasó en el recién fundado convento de la
Encarnación, o de doña María de Aragón, donde falleció el 19 de septiembre de
1591. Allí fue asistido y visitado en su última enfermedad por personas de la
nobleza y por el mismo cardenal arzobispo de Toledo. Felipe II quiso estar
diariamente informado desde El Escorial de la evolución de su enfermedad.
La muerte congregó en el convento a multitudes, por la fama de santidad que
le había acompañado en vida. El cuerpo fue sepultado en la iglesia provisional
del colegio, pasando, al ser incautado el convento en la revolución francesa
para sede de las Cortes, al convento de la Magdalena y posteriormente al de la
provincia de Filipinas en Valladolid, que era el único salvado por la
exclaustración del siglo xix. Actualmente sus restos se encuentran en el nuevo
emplazamiento madrileño del convento de santa María Magdalena, que ostenta el
nuevo nombre de San Alonso de Orozco.
El proceso de canonización no se inició hasta 1618.
Seguramente el peso soportado por la provincia de Castilla con los procesos
de san Juan de Sahagún y santo Tomás de Villanueva hizo demorar su inicio.
Constituye una fuente preciosa para el conocimiento de su biografía. En él
testimoniaron varios centenares de testigos de todas las clases sociales. Su
santidad se asienta en una intensa vida de oración, una ascesis muy exigente,
la dedicación incondicional al ministerio de la Palabra, a la pluma y al
servicio a los pobres.
Experimentó también fenómenos místicos, según refleja en sus Confesiones y
en su complemento, el Memorial de favores.
El 15 de enero de 1882 Alonso de Orozco fue beatificado por León XIII. Juan
Pablo II lo canonizó el 19 de mayo de 2002.
Obras de ~: Regla de vida cristiana y exercitatorio
espiritual, Sevilla, 1542; Vergel de oración y monte de
contemplación, Sevilla, 1544 (según T. Camara, sería ésta la primera
obra de Orozco, mientras que G. Santiago Vela antepone la Regla de vida
cristiana); Memorial de amor santo, Sevilla, 1545; Crónica
del glorioso Padre y Doctor de la Yglesia sant Augustin y de los santos beatos
y de los doctores de su orden, Sevilla, 1544-1546 (publicada con Declaración
de la Regla y la Instrucción de religiosos, Sevilla,
1551; preparación del texto, intrd. y notas por M. González Velasco, Madrid,
Fundación Universitaria Española [FUE]-Universidad Pontificia de Salamanca
[UPSA], 2001); Desposorio espiritual‑Epistola a un religioso, 1551; Examen
de la conciencia, Sevilla, 1551 (titulada Tratado del
sacramento de la penitencia en la ed. de 1736, vol. I); Regimiento
del alma, Valladolid, 1551; Contemplando el crucifijo, Valladolid,
1551; Soliloquios de vuestra sagrada pasión, Sevilla, ¿1551?
(2.ª ed., Madrid, 1585); Declamatio in laudem Praecellentissimi
Praesulis et Doctoris Ecclesiae Aurelii Augustini, Sevilla, 1551
post.; Recopilación de todas las obras que ha escripto el muy reverendo
padre fray Alonso de Orozco religioso de la Orden del glorioso doctor sant
Augustin y predicador de su Magestad [...], Valladolid, 1554
(recopilaciones posteriores: Valladolid, 1555; Zaragoza, 1566; Alcalá, 1570;
trads. al italiano: Venecia, 1581; Venecia, 1596; Venecia, 1630); Declamationes, Valladolid,
1556 (eds. posteriores: Alcalá, 1568; Madrid, 1569; Madrid, 1570; Salamanca,
1571; Salamanca, 1573); Las siete palabras que la Virgen sacratísima
nuestra Señora habló, Valladolid, 1556; Victoria del
mundo, Barcelona, 1557; Libro llamado Monte Calvario,
compuesto por Antonio de Guevara. Nuevamente corregido y enmendado por Fray
Alonso de Orozco, Salamanca, 1562; Certamen bonum-Certamen
amoris sancti, Salmanticae, 1562; Historia de la Reina
Sabá, Salamanca, 1565; Regalis institutio, Compluti,
1565; Victoria del mundo, 1567; Epistolario cristiano
para todos los estados, Alcalá, 1567; Catecismo
provechoso, Zaragoza, 1568; Annotationes in Canticum Beatae
Virginis, Burgis, 1568; Declamationes Deiparae Mariae
Virginis, Compluti, 1568; Arte de amar a Dios y al
prójimo, ¿1568? (2.ª ed., Alcalá, 1570); Declamationes decem
et septem pro Adventu Domini nostri Jesu Christi usque ad Septuagesimam, Mantuae
Carpetanae, 1569; Libro de la vida del bienaventurado P. Fr. Juan de
Sahagún [...], 1569-1572 (ed. de P. Vidal, Agustinos de
Salamanca. Historia de observantísimo convento de S. Agustín N. P. de dicha
ciudad, vol. I, Salamanca, 1751, págs. 51-67); Escala de
perfección, 1570; Declamationes quadragesimales, Mantuae
Carpetanae, 1570; Declamationes duodecim, pro dominicis post Pascha
usque ad Pentecostem inclusive, Compluti, 1571; Declamationes
viginti quinque in evangelia, quae iuxta ritum sanctae Romanae ecclesiae, per
singulos Dominicos dies, a Pentecoste usque ad Adventum digestae sunt
[...], Salmanticae, 1571; Declamationes in omnes solemnitates,
quae in festis sanctorum quotannis in Ecclesia Romana celebrantur [...], Salmanticae,
1573; Libro de la suavidad de Dios, Salamanca, 1576; Libro
de la Verdad, Sevilla, 1576; Vidas y martirios de los bienaventurados
san Juan Baptista y san Juan Evangelista, Madrid, 1580; Confesiones
del muy venerable Padre Fray Alonso de Orozco y Memorial de favores y mercedes
especiales recibidos del Señor, escritas en 1580 (ed. Valladolid,
1601; eds. posteriores: Madrid, 1620; Zaragoza, 1670; Madrid, 1730..., nueva
ed. preparada por L. Rubio, OSA, Madrid, Ediciones Escurialenses [EDES],
1990); Commentaria quaedam in Cantica Canticorum, Burgis,
1581; Victoria de la muerte, ¿1581? (2.ª ed., Burgos,
1583); Tratado de la corona de nuestra Señora, Madrid,
1588; Devocionario y contemplación sobre los quince misterios del
rosario, 1588; Alphabetum oratorum, Matriti,
1588; Aliud alphabetum breve, 1589; Guarda de la
lengua, Madrid, 1590; Regla que dio N.S.P. Fr. Alonso de
Orozco a sus monjas las recoletas agustinas de N. Sra. de la Visitación de
Madrid, ed. de T. Herrera, OSA, en Alphabetum
Augustinianum, vol. II, Matriti, Typis G. Rodríguez, 1644, págs.
154-155; (atrib.) “De los nueve nombres de Cristo”, ed. de C. Muiños, OSA, en La
Ciudad de Dios (CD), 16 (1888), págs. 393-401 y 526-534; “El príncipe
cristiano” (1567-1568) (frag.), ed. de T. López, OSA, en CD, 20
(1889), págs. 111-117, 225-232 y 289-295; Obras del Ven. Siervo de Dios
Fr. Alonso de Orozco, del Orden de N. P .S. Agustín, Fundador del Colegio de la
Encarnación de Madrid (llamado de Doña María de Aragón) [...], ed. A.
Guerrero, Madrid, 1736, 3 vols. (2.ª ed., Salamanca, 1895, 2 vols.); Opera
Venerabilis Servi Dei Fr. Ildephonsi ab Orozco [...], Matriti, 1736, 4
vols. (publica las obras latinas y otras obras escritas originariamente en
español, traducidas al latín) (2.ª ed. Barcelona, 1882, 2 vols.); “Cartas
inéditas del Bto. Alonso de Orozco”, en CD, 26 (1891), págs.
165-168; “El arte de amar a Dios”, ed. de B. Fernández, OSA, en CD, 64
(1904), págs. 538-546; 65 (1904), págs. 32- 41, 89-100; “Cartas del Bto. Alonso
de Orozco a Doña María de Córdoba y Aragón y Constituciones que el monasterio
de la Encarnación ha de guardar”, ed. de T. Cámara, OSA, en Revista
Agustiniana (RA), 1 (1881), pág. 184; 4 (1882), págs. 31- 34, 164-171
y 261-268; “Carta original del Bto. Alonso de Orozco”, en Archivo
Histórico Hispano-Agustiniano, 12 (1919), pág. 50; “Methodus
praedicationis”, intr., transcr. y notas Q. Fernández, OSA, en Estudio
Agustiniano (EA), 8 (1973), págs. 297-328; Alonso de Orozco:
Antología de sus obras, selec., ed., est. y notas de J. Díez, OAR,
Madrid, FUE-UPSA, 1991; “Cántico de nuestra Señora”, ed. G. Martínez, OSA,
en RA, 32 (1991), págs. 1095-1138; De las tres vías para
hallar la perfección el cristiano, ed. G. Martínez, OSA, en EA, 26
(1991), págs. 446-466; Alonso de Orozco. Obras completas, I: Obras
castellanas (1), coord. R. Lazcano, Madrid, Biblioteca de Autores
Cristianos (BAC), 2001 (contiene las obras: Vergel de oración y monte
de contemplación; Regla de vida cristiana. Exercitatorio espiritual; Tratado de
la suavidad de Dios; Historia de la Reina de Sabá; Catecismo provechoso; Examen
de conciencia; Tratado de la pasión de Jesucristo en siete coloquios); en
el Archivo de los Agustinos Filipinos de Valladolid (APAF), existen varios
legajos de obras inéditas, algunas muy breves o sólo apuntes (APAF 924/1-4),
catalogadas por L. Manrique, OSA (17 tratados ascético-místicos y doctrinales;
17 comentarios bíblicos; 6 temas teológicos y doctrinales; 60 sermones y una
obra titulada Alfabeto espiritual).
Bibl.: J. Márquez, OSA, Vida del Venerable padre Alonso de
Orozco, Madrid, 1648 (ed. preparación del texto, intr. y notas por M.
González Velasco, OSA, Madrid, FUE-UPSA, 2002); T. de Herrera, Historia
del convento de S. Agustín de Salamanca, Madrid, Gregorio Rodríguez,
1652; T. Cámara y Castro, Vida y escritos del beato Alonso de Orozco,
del Orden de San Agustín, predicador de Felipe II, Valladolid, Cuesta
e Hijos, 1882; D. Gutiérrez, “Ascéticos y místicos agustinos de España,
Portugal e Hispanoamérica”, en Sanctus Augustinus vitae spiritualis
magister. Settimana internazionale di Spiritualità Agustiniana. Roma 22-27
ottobre de 1956, vol. II, Roma, Analecta Augustiniana, 1959, pág. 173;
A. Cañizares, “Methodus praedicationis novo concionatori utilis”, en Revista
Española de Teología, 46 (1986), pág. 47; R. Lazcano, “Bibliografía
orozquiana”, T. Aparicio, OSA, “Beato Alonso de Orozco, varón santo y hombre de
doctrina insigne” y G. Tejerina Arias, OSA, “Introducción general a los
tratados espirituales del Beato Alonso de Orozco”, en ~ Obras
completas, I: Obras castellanas, 1 (Obras de
~, I), coord. R. Lazcano, Madrid, BAC, 2001, págs. CXI-CXXIV,
XIII-XXXIV y XXXV-XCVII, respectivamente; J. Martín Abad, Alonso de
Orozco, agustino, predicador y santo, Roma, Postulazione generale
agostiniana, 2002; P. L. Moráis Antón, OSA, S. Alonso de Orozco. Un
santo en la corte de Felipe II, Madrid, Revista Agustiniana, 1991 (2.ª
ed., 2002); M. González Velasco, OSA, “¿En qué año nació el beato Alonso de
Orozco?”, “Notas para la cronología de la vida de san Alonso de Orozco” y G.
Tejerina Arias, OSA, “Nueva edición de las Obras Completas de Alonso de Orozco,
OSA”, en CD, 215 (2002), págs. 217-229, 353-424 y 661-668,
respectivamente; T. Aparicio López, OSA, “Alonso de Orozco: asceta y místico
del siglo de Oro español (1500- 1591)”, en EA, 37 (2002),
págs. 523-548; J. Vega, OSA, “Tres apologistas de la lengua vulgar: San Alonso
de Orozco, Fr. Luis de León y Fr. Pedro Malón de Chaide”, J. M. Gutiérrez
Pérez, OSA, “San Alonso de Orozco y Sevilla” y M. A. Orcasitas, OSA, “S. Alonso
de Orozco, hombre de su época y modelo de santidad para todos los tiempos”,
en RC, 48 (2002), págs. 255-336, 503-511 y 473-502,
respectivamente; A. Martínez Cuesta, OAR, “Canonizzazione di S. Alonso de
Orozco”, en Presenza Agostiniana, 29 (2002), n.º 3, págs.
19-23; M. A. Orcasitas, OSA, S. Alonso de Orozco. Un toledano
universal, Toledo, Diputación Provincial‑EDES, 2003; G. Tejerina
Arias, OSA, “S. Alonso de Orozco: historia, obra, pensamiento”, C. Alonso
Vañes, OSA, “La Orden de san Agustín en España y la provincia de Castilla a lo
largo del s. xvi”, L. Suárez Fernández, “El tiempo de san Alonso de Orozco”, F.
Fernando Rojo Martínez, OSA, “Vicisitudes históricas del proceso de
beatificación y canonización de Alonso de Orozco”, G. Bautista Nieto, OSA,
“Acción pastoral del P. Alonso de Orozco: predicación, dirección de espíritus,
atención a los pobres”, L. Durán Domínguez, OSA, “Alonso de Orozco y la vida
religiosa”, T. Viñas Román, OSA, “San Alonso de Orozco y el Colegio de la
Encarnación”, J. Díez Rastrilla, OAR, “Los escritos de Alonso de Orozco como
labor pastoral”, I. Delgado Cobos, “Lenguaje y estilo literario de la obra de
Alonso de Orozco, un clásico del Siglo de Oro”, D. Natal, osa , “El pensamiento
teológico de Alonso de Orozco, entre la herencia agustiniana y la tradición
tomista”, G. Tejerina Arias, OSA, “Fe, esperanza, caridad. La teología de la
vida cristiana de S. Alonso de Orozco” y L. Marín de San Martín, OSA, “Teología
sobre la Iglesia. Estados y vocaciones eclesiales”, en Historia, Obra,
pensamiento (Actas del Congreso sobre S. Alonso de Orozco,
Madrid-Oropesa, 20-22 de septiembre de 2002), en RA, 44
(2003), págs. 5-8, 11-30, 31-37, 39-55, 59-94, 95-128, 129-145, 147-190, 190-
239, 243-269, 271-303 y 305-329, respect.; M. A. Orcasitas, OSA, San
Alonso, maestro espiritual, Madrid, Cuadernos FAE de Espiritualidad
Agustiniana, 2003.
Bibliografia sobre el Vicariato San Alonso de Orozco de la Orden de San Agustin en Argentina ( actualmente el Convento y Colegio de santa rita de Montevideo paso a manos de la Provincia Brasileña de la OSA )
Cf. WEISMANN, F. J., Presencia
agustiniana en Argentina y Uruguay, Buenos Aires 1993;
HERNÁNDEZ, E.-RODRÍGUEZ, A., La
Orden de San Agustín en Argentina, en GARCÍA, J. (COMP.)., Los Agustinos en
América Latina. Pasado y presente, OALA, Trujillo-Quito 1995, 2ª ed. revisada y
Aumentada
HERNANDO MORENO, P., Treinta años
de presencia agustiniana en el Noroeste argentino, Salta 2000; JIMÉNEZ, J. D.
(COORD.), Prelatura de Cafayate: 30 años al servicio de la Iglesia (1969-1999),
Salta 2000
SÁNCHEZ PÉREZ, E., La familia agustiniana
en el Río de la Plata: Argentina y Uruguay, Montevideo 2002.
Notas sobre la Biblioteca y el Vicariato: D Pablo Guzmán
Fuente de la Biografia: Miguel Ángel Orcasitas, OSA https://dbe.rah.es/biografias/6692/san-alonso-de-orozco
Figura 1 .La obra representa a San Alonso de Orozco (1500-1591) profesando sus votos como religioso en la Orden de San Agustín en manos de Santo Tomás de Villanueva./ Real Academia de Bellas Artes de San Fernando Detalle.
Figura 2. Contraportada en: Vida y escritos del Beato Alonso de Orozco del Orden de San Agustín predicador de Felipe II / por... Tomás Cámara de la misma Orden.
Cámara y Castro, Tomás Jenaro, 1847-1904 Valladolid : Imp. y Lib. de la V. de Cuesta e Hijos, 1882. XVI, 636 p. : lám. ; 21 cm.
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