#Pastoral #A propósito del Jubileo 2025 #Jubileo2025
El Papa Francisco ha lanzado al viento, en 2025, y para toda la Iglesia, el
“Jubileo de la Esperanza”
La palabra “Jubileo” viene da la lengua latina Jubileum, que significa fiesta,
alegría, júbilo.
Y es que la Esperanza con mayúscula, la GRAN ESPERANZA,
hay que saludarla y celebrarla a lo grande y con gran júbilo.
Solamente la “Gran Esperanza” de que Dios es fiel a sus promesas, da sentido
a las pequeñas esperanzas que, precariamente, vivimos a la deriva.
Y la alegría también. Y la fortaleza también. Y también la sonrisa.
Como la noche espera al amanecer, así es nuestra esperanza; caminamos
esperanzados al encuentro de la gran Aurora.
Sin embargo, no se trata de una esperanza pasiva, lánguida y perezosa, sino
más bien de una esperanza activa, solidaria y comprometida.
La “Gran Esperanza” es Matrona, siempre con dolores de parto; es fecunda y
multiplicadora de esperanzas. Tiene vocación comunitaria y le gusta vivir y
cruzar fronteras en bandada.
Apoyados unos en los otros, esperamos
salvarnos juntos.
Y esta esperanza – la esperanza teologal – tiene color verde: recrea la vista,
es alegre, hace relamer los labios, es alegre y no muere nunca. Pueden ajarse
y morir - ¡y mueren! – las pequeñas esperanzas, las esperanzas humanas, las
esperanzas puerilmente lúdicas; la esperanza anclada en Dios y en sus
promesas, siempre luce hoja perenne.
Mientras peregrinan en este mundo, los cristianos viven de y para la
esperanza.
Sin ella, sería lo más parecido al infierno (De hecho, Dante escribe
en la “Divina Comedia” que en la puerta de la entrada al Infierno está escrito:
“Dejad aquí toda esperanza”, lo que equivale a la mayor tortura).
Curiosamente, yo creo que, en la puerta de entrada al cielo, también debe
estar escrito: “Dejen aquí la esperanza, porque ya no la necesitan y, con
inmenso júbilo, entren a vivir, con hartura, la realidad tan esperada”.
En este comienzo del “Jubileo de la Esperanza” sonríe, haz reverdecer tu
esperanza y, atrévete a “esperar contra toda esperanza”.
P. Hipólito Martínez, OSA.
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