Considero justo y necesario rendir el más sincero homenaje a un pensador argentino oriundo de la Provincia de Córdoba, autor de obras tales como “América bifronte”, “Historia de la Filosofía en la Argentina (1600 – 2000)”, “Cristocentrismo”, su célebre “La Filosofía”, un manual apto para todo público o por qué no su “El Hombre y la Historia”, una inquietante visión escatológica. Nos referimos a Alberto Caturelli. Profesor de Filosofía Medieval, investigador del CONICET, presidente de la Sociedad Católica Argentina de Filosofía; vicepresidente de la Asociación Católica Interamericana de Filosofía; miembro de la Comisión Directiva de la Federación Internacional de Sociedades de Filosofía y aquí sería muy conveniente colocar un etcétera., pues su vida académica daría pie a inagotables párrafos.Sospecho casi con audacia, que a estos tributos no nos debe convocar un óbito, muy por el contrario, es recomendable, a mi humilde y corto entender, efectuarlos sin la condición del paso a la inmortalidad del agasajado y manifestar sin más, como en este caso, que el Dr. Caturelli ocupó y ocupará siempre un sitial de honor en la Filosofía argentina. Gracias don Alberto por acercar el “amor a la Sabiduría” a tantas generaciones y que el Señor lo guarde.
Un 26 de Abril del año 121 de nuestra era, nacía uno de los últimos buenos emperadores que dio Roma: Marco Aurelio Antonino Augusto, representante de la denominada “escuela estoica” de Filosofía. La educación juvenil de este monarca fue muy esmerada, con preceptores tales como Diogneto, Apolonio, Frontón, Alejandro el Platónico o Cátulo. Sería lícito acotar que durante esta época, hubo una renovación de la cultura griega, en especial a través de la Segunda Sofística , que también apelaba a la “retórica” para atraer vastos auditorios. Marco Aurelio, finalmente desdeñó la misma, a contra corriente de la moda de su tiempo. Casi un misterio indescifrable: por qué Marco Aurelio no abrazó o al menos no persiguió al cristianismo que venía asomándose a la luz de la Historia. La respuesta quizá la tiene U. Wilamowitz, quien sagazmente afirmó “(…) tenía la fe y tenía la caridad, lo que le faltaba era la esperanza” . Curiosamente, su humanitarismo lo aproxima demasiado al cristianismo y lo
Hans Urs von Balthasar (1905 – 1988), fue uno de los más grandes teólogos católicos del siglo XX. Discípulo de Romano Guardini, se ordenó jesuita en 1936, abandonando la Compañía en 1950. Tuvo grandes discrepancias con la jerarquía, por lo que no fue invitado al Concilio Vaticano II. Fue reconocido ampliamente luego del mismo, fundando junto a Henri de Lubac (teólogo jesuita) y Joseph Ratzinger, la revista “Communio”. SS Juan Pablo II lo nombró cardenal, pero fue llamado por el Señor dos días antes de la ceremonia, el 26 de Junio de 1988 ¿Qué era para Balthasar la Teología ? Según Stratforf Caldecott (*) “Theology, Balthasar believed, is supposed to be the study of the fire and light that burn at the centre of the world. Theologians had reduced it to the turning of pages in a desiccated catalogue of ideas — a kind of butterfly collection for the mind”. Ya Maurice Blondel había advertido el peligro de tratar a Dios como un mero objeto de estudio y especulación y nos evoca Caldecott su
Cuarta predicación de Cuaresma 2014 Padre Raniero Cantalamessa, ofmcap. CIUDAD DEL VATICANO, 04 de abril de 2014 1. Oriente y Occidente unánimes sobre Cristo Hay diferentes vías, o métodos, para aproximarse a la persona de Jesús. Por ejemplo, se puede partir directamente de la Biblia y, también en este caso, se pueden seguir distintas vías: la vía tipológica, seguida en la más antigua catequesis de la Iglesia, que explica a Jesús a la luz de las profecías y de las figuras del Antiguo Testamento; la vía histórica, que reconstruye el desarrollo de la fe en Cristo a partir de las distintas tradiciones, autores y títulos cristológicos, o desde los distintos entornos culturales del Nuevo Testamento. Se puede, por el contrario, partir de las preguntas y de los problemas del hombre de hoy, o incluso desde la propia experiencia de Cristo, y desde todo ello remontarse a la Biblia. Son todas vías ampliamente exploradas. La Tradición de la Iglesia elaboró, muy pronto, una vía
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