San Agustin y la fantastica historia de la lectura

La fantástica historia de la lectura

Por Miguel Wiñazki
Mwinazki@clarin.com


Como recuerda Alberto Manguel en su fantástica historia de la lectura, fue San Agustín (354-430 D.C.) el primero en practicar la lectura silente. Antes la lectura era un ejercicio sonoro y plural que los monjes realizaban diariamente y disciplinadamente en los monasterios. ¿Qué tiene que ver esto con los hábitos de lectura de los jóvenes aquí y ahora? Mucho, si se aborda el tema en relación a las capacidades intelectuales a las que obliga la lectura.

Antes de San Agustín, en los monasterios un sacerdote letrado leía en voz alta la Biblia y dictaba a la vez la glosa. Lo hacía ante un auditorio de discípulos que copiaban literalmente la glosa. Esto es: la interpretación literal, vertical que el sacerdote transmitía de los Evangelios. La lectura silente era la posibilidad de eludir la interpretación vertical. De leer en silencio y de interpretar en silencio lo que cada uno quería interpretar.

La lectura silente fue un hito en la historia de la libertad. En lugar de obedecer la imposición emanada en la “dictatio”, el silencio permitió la introspección, la interpretación interior. Hoy, el sonido es esencial e inherente a ciertas formas de socialización juvenil. Y el silencio, escaso. La escasez de silencio, atenta contra el esfuerzo intelectual que demanda la lectura. El sonido y su furia no son propicios a la concentración que requiere leer. Los espacios de diversión juvenil son, en su mayoría, ampliamente sonoros.

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http://www.clarin.com/diario/2005/01/25/conexiones/t-910023.htm

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